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sábado, 21 de febrero de 2015

¡Gracias Dios por los amigos!


Los que me conocen y son mis amigos de años, saben el valor que le otorgo a la amistad. Aunque la vida, con el tiempo, nos ponga obstáculos que nos separan físicamente, mas nunca logrará desprender nuestras almas.

La amistad, para mi es un DARSE mutuamente, 
considerando las necesidades del amigo como propias. 
Es ser feliz con las COSAS SENCILLAS. 
Es elevar una oración por el amigo con el mismo fervor 
que se ora por un hermano.  
Es ALEGRARSE por la felicidad del amigo, 
estando o no él presente. 
Es RESPETAR las diferencias sin querer cambiarlo.
Es dar recomendaciones con amor 
cuando se nos PIDE UN CONSEJO. 
Es usar las palabras mas DULCES y SUAVES 
para no trizar el frágil cristal de la amistad. 
Es trabajar todos los días para alimentarla,
porque al igual  que el amor de pareja puede fenecer. 
Es ayudarnos a CRECER mutuamente, 
sin imponer propias convicciones.
Es motivar a aceptarse a si mismos. 
Es tener la dosis justa de SUTILEZA 
al momento de decir la verdad o un error. 
Es fortalecernos con diálogos abiertos sin MONOLOGAR, 
siendo LA ESCUCHA un elemento imprescindible. 
Es hacer de la amistad una PRIORIDAD. 
Es enfrentar el problema, si lo hubiera, 
en lugar de hablar por la espalda y alimentar el resentimiento. 
Es tener la capacidad de ENTENDER y PERDONAR.

Tengo la dicha, de tener muy buenos
y muchos amigos,
a los que quiero y admiro.
Nombrarlos, sería dificultoso.
Doy gracias a Dios por ellos.
Y también, admito, me ha sangrado
el corazón cuando en la vida me topé
con personas para las que la amistad
es otra cosa muy distinta,
lloré actitudes egoístas,
sentí que se la profanaba,
cada vez se la minimizaba
confundiendo bondad con estupidez.
Cuando se la avasallaba
queriendo disfrazar de tal,
a algo que ni se le parecía.
Cuando no se la vio como
un templo sagrado.

Errores, tengo millones,
pero nadie podrá negar
la significación que la amistad
tiene para mi.

¡Gracias Dios por los amigos!







6 comentarios:

Locos por Cristo:

Los locos por Cristo creen en milagros divinos.

No hablan solos, hablan con Cristo que siempre los asiste.

Nunca están solos, porque aparte de estar con Jesús, los ángeles son sus amigos.

No buscan las causas de los acontecimientos, sólo los aceptan con obediencia.

Son eternos aprendices, nunca se creen sabios.

Se llevan bien con los pobres, los débiles, los desamparados y todo necesitado por los que sienten gran amor.

Perdonan a los que los ofenden y agravia.

Dejan que se les pegue en las dos mejillas.

Son mansos aunque siempre astutos.

Jamás hacen justicia por mano propia ya que confían ciegamente en la justicia de Dios.

Si se les pide un consejo lo dan sin arremeter con baterías de verdades. Respeta los tiempos de cada uno.

Nada los ata en la tierra, (dinero, moda, reconocimiento, etc) porque su tesoro los está aguardando en el cielo.

No necesitan pedirle hechos sobrenaturales al universo porque son los Hijos del propio creador del universo.

No necesitan meditación trascendental ya que su esencia está en el Todopoderoso.

Tampoco control mental, porque la Divinidad es su centro.

Su primera actividad por la mañana es saludar a Cristo.

Valoran mucho y agradecen a su Señor lo que les provee para alimentarse y sobre vivir. Por lo cual bendicen la carne y los vegetales que comen.

No les interesa que van a vestir, Cristo los viste como a las flores.

No creen en la sexualidad libre, pues nunca profanarían el “cuerpo-templo de Dios”. Tampoco lo agreden con tatuajes, piercing o similares.

Les son innecesarios los libros de autoayuda de autores humanos y falibles, leen la Biblia no como catálogo de normas de comportamientos sino como palabra Divina que edifica el alma.

Les dicen “Locos” porque van contra la corriente del mundo, aunque esto los tenga sin cuidado ya que cuando su maestro estuvo por aquí también lo creyeron “Loco”.

Patricia Palleres

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