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viernes, 1 de septiembre de 2017

El Clamor


La brisa del sur brama
entre los altos muros de la ciudad..
está enardecida.
Tanto, que se parece  a un ciclón.
Sin embargo, entre las florecillas
que aparecen en primavera,
ella es suave caricia.
Es gracioso tintinear de hojas.
Es suave vibrar de ramas alegres.
Pero, entre las altas paredes,
ruge en su envión
igual que en los pueblos fantasmas
es solitaria y horrorosa
entre las moles amplias, duras y frías.
Pero es tierna con los álamos.
En días amargos, llora entre las paredes,
como una mujer desesperada
a la que sólo le queda gritar.
Sabe que sus alaridos se confunden
con el caos sonoro del cielo del lugar.
Es el clamor que anticipa la muerte.
Lo hace porque nunca antes
había pensado en su aniquilación.
Quiere llegar alto entre las plomizas nubes.
Es cobarde por no poder
desaparecer para siempre.
Brama demente...enferma,
no le importa el que dirán
su hartazgo es mayor.
Cansada está de caer y levantarse repetitiva,
de volver a empezar.
Sólo vocifera ahora.
No es ni súplica, ni razonamiento,
tampoco es dolor físico...es su alma
la que rebota entre los campanarios
dejando su quejido.
Su silbido es excelso
aunque arrastrada vaya bañada en lágrimas.


Patricia Palleres

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3 comentarios:

  1. Esa brisa del sur lleva tu alma con ella

    Paz&Besos

    Isaac

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  2. Bonita poesía.Acá esperamos la primavera con sus promesas y alergias.
    Saludos

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  3. Así es la brisa del Sur a veces brama y otras veces es una suave caricia.

    Patricia:
    Paso a saludarte después de una larga ausencia.
    Es un agrado leer tu página. Feliz sábado
    Besos de colores.

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Locos por Cristo:

Los locos por Cristo creen en milagros divinos.

No hablan solos, hablan con Cristo que siempre los asiste.

Nunca están solos, porque aparte de estar con Jesús, los ángeles son sus amigos.

No buscan las causas de los acontecimientos, sólo los aceptan con obediencia.

Son eternos aprendices, nunca se creen sabios.

Se llevan bien con los pobres, los débiles, los desamparados y todo necesitado por los que sienten gran amor.

Perdonan a los que los ofenden y agravia.

Dejan que se les pegue en las dos mejillas.

Son mansos aunque siempre astutos.

Jamás hacen justicia por mano propia ya que confían ciegamente en la justicia de Dios.

Si se les pide un consejo lo dan sin arremeter con baterías de verdades. Respeta los tiempos de cada uno.

Nada los ata en la tierra, (dinero, moda, reconocimiento, etc) porque su tesoro los está aguardando en el cielo.

No necesitan pedirle hechos sobrenaturales al universo porque son los Hijos del propio creador del universo.

No necesitan meditación trascendental ya que su esencia está en el Todopoderoso.

Tampoco control mental, porque la Divinidad es su centro.

Su primera actividad por la mañana es saludar a Cristo.

Valoran mucho y agradecen a su Señor lo que les provee para alimentarse y sobre vivir. Por lo cual bendicen la carne y los vegetales que comen.

No les interesa que van a vestir, Cristo los viste como a las flores.

No creen en la sexualidad libre, pues nunca profanarían el “cuerpo-templo de Dios”. Tampoco lo agreden con tatuajes, piercing o similares.

Les son innecesarios los libros de autoayuda de autores humanos y falibles, leen la Biblia no como catálogo de normas de comportamientos sino como palabra Divina que edifica el alma.

Les dicen “Locos” porque van contra la corriente del mundo, aunque esto los tenga sin cuidado ya que cuando su maestro estuvo por aquí también lo creyeron “Loco”.

Patricia Palleres

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