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viernes, 20 de agosto de 2010

EN PEQUEÑAS HISTORIAS:" El Niño Misterioso"


Cuántos interrogantes acechan tu mente, cuando algo extraño sucede en tu vida.

Esas que no tienen razón de ser, que llaman la atención porque nunca te han ocurrido antes, o porque llegan en el momento más esperado, o al revés porque no te las esperas. Por ejemplo esta historia:

Una mujer ya mayor, desesperada porque la sequía era basta en su campo de San Luis donde estaba su marido, pidió un día a la Santita de las rosas, que le consediera de la providencia, lluvia milagrosa para sus plantaciones sedientas a punto de morir, ya que el verano se había presentado por demás candente.

Al día siguiente, por la mañana temprano, y como era habitual, se preparaba para ir a misa. Colocó en su monedero, las últimas monedas que le quedaban, para dejarlas a la hora del ofertorio. Se abrigó y se fue.

Ya en la calle, y casi llegando a la Parroquia, vio a un hombre y a un niño vendiendo flores.

Ella, desde lejos, las miró ya que olían y se veían hermosas. Pero hoy no adquiriría ninguna.

Llegando al puesto de flores, el niño corriendo, se acerca hasta ella y le ofrece tres rosas. La dama responde que aunque muy lindas, no tenía dinero para comprárselas. El chico, fue muy insistente, la siguió casi hasta la puerta de la Iglesia. La señora, respondía que las últimas monedas eran para la ofrenda de la misa. El pequeño, al ver que en verdad la señora no tenía dinero, con amabilidad, se las regaló.

La mujer, quedó muy sorprendida, pero dado el gesto del infante, las recibió diciéndole:

-Serán para Santa Teresita del niño Jesús, la santita de las rosas. . .y así lo hizo.

A la mañana siguiente, la señora, llevaba dentro de un bolso, frutas de su campo de San Luis, para recompensar al amable chiquilín.

Al llegar al puesto de flores solamente estaba el hombre. Al preguntar por el niño, éste dijo que ningún niño trabajaba con él, ni tampoco ninguno lo había acompañado. Aseguraba que siempre había estado solo en el puesto.

Esa noche la anciana, no podía dormir pensando en lo sucedido.

A la mañana siguiente, a punto de irse a misa, recibe la llamada de su marido desde San Luis, diciéndole que aquella noche, gracias a Dios, la lluvia fue abundante.

Reflexión: ¿Estaremos frente a un milagro? o, ¿Una casualidad?


Por: Patricia Palleres

1 comentario:

  1. No existe la casualidad, ni el azar, conoce cada uno de nuestros cabellos, ¿cómo no pudiera determinar nuestros encuentros y convergencias?

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Locos por Cristo:

Los locos por Cristo creen en milagros divinos.

No hablan solos, hablan con Cristo que siempre los asiste.

Nunca están solos, porque aparte de estar con Jesús, los ángeles son sus amigos.

No buscan las causas de los acontecimientos, sólo los aceptan con obediencia.

Son eternos aprendices, nunca se creen sabios.

Se llevan bien con los pobres, los débiles, los desamparados y todo necesitado por los que sienten gran amor.

Perdonan a los que los ofenden y agravia.

Dejan que se les pegue en las dos mejillas.

Son mansos aunque siempre astutos.

Jamás hacen justicia por mano propia ya que confían ciegamente en la justicia de Dios.

Si se les pide un consejo lo dan sin arremeter con baterías de verdades. Respeta los tiempos de cada uno.

Nada los ata en la tierra, (dinero, moda, reconocimiento, etc) porque su tesoro los está aguardando en el cielo.

No necesitan pedirle hechos sobrenaturales al universo porque son los Hijos del propio creador del universo.

No necesitan meditación trascendental ya que su esencia está en el Todopoderoso.

Tampoco control mental, porque la Divinidad es su centro.

Su primera actividad por la mañana es saludar a Cristo.

Valoran mucho y agradecen a su Señor lo que les provee para alimentarse y sobre vivir. Por lo cual bendicen la carne y los vegetales que comen.

No les interesa que van a vestir, Cristo los viste como a las flores.

No creen en la sexualidad libre, pues nunca profanarían el “cuerpo-templo de Dios”. Tampoco lo agreden con tatuajes, piercing o similares.

Les son innecesarios los libros de autoayuda de autores humanos y falibles, leen la Biblia no como catálogo de normas de comportamientos sino como palabra Divina que edifica el alma.

Les dicen “Locos” porque van contra la corriente del mundo, aunque esto los tenga sin cuidado ya que cuando su maestro estuvo por aquí también lo creyeron “Loco”.

Patricia Palleres

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